I'm forever yours
"Heart"
No sé como empezar con esta historia. No tengo
las palabras indicadas para explicar como comenzó todo, pero quizás sea porque
ni siquiera me acuerdo de si quizás ya estaba todo empezado antes de que
llegara. Niall y yo nos conocíamos desde pequeños, y siempre habíamos sido muy
buenos amigos. Recalco el muy. Pasamos al instituto, y ahí fue cuando las cosas
dejaron de ser como siempre. Él empezó a juntarse con los peores de la clase, a
suspender y a convertirse en un matón. Nos distanciamos, mis padres perdieron
el contacto con los suyos y él se fue a otro instituto al cabo de un tiempo. Di
por perdido a mi mejor amigo.
Hasta que el primer día del último curso de
nuestras vidas, volvió, totalmente distinto, y rubio.
Era Lunes, o al menos así lo recuerdo, aunque
es muy raro que justo el primer día de clase coincidiera con el primero de la
semana. Todo el aula daba la sensación de ser un garabato de un niño de cinco
años. El desorden, las voces y los piropos de la gente a los que se habían
puesto más guapos durante el verano. A dos de mis amigas les había tocado en la
misma clase que a mi, pero por desgracia, las mesas eran solo de dos en dos,
por lo que deduje que a la hora de sentarme estaría sola. Y dentro de todo ese
jaleo, como si estuviera por encima de todo lo demás, entró en escena mi
ex–mejor amigo irrumpiendo en silencio, contagiando al resto de los
adolescentes. Todos menos yo se giraron a mirarle, porque sabía que me estaba
mirando a mi. Mis dos amigas acercaron sus oídos y sus bocas y empezaron a
contar todo lo que habían oído de él estos dos últimos años:
—Dicen que se tiñó el pelo porque le golpearon
en la cabeza y el pelo se le puso rubio con el agua oxigenada.
—Pues yo he oído que se enrolló con tres tías
a la vez antes de irse.
—Y también me han dicho que casi mata a un
tipo que le debía dinero.
Cada segundo que me pasaba escuchándolas más
absurdas sonaban. Era consciente de que se había convertido en una persona muy
violenta, pero todo eso me parecía estúpido y simples cotilleos de instituto.
Me fui del corrillo que habían formado a su alrededor y me senté en uno de los
extremos de la clase, donde podía apoyar la espalda contra la pared. Vi como se
acercaba y por un momento pensé que venía a hablar conmigo, pero pasó de largo
y se sentó dos filas más atrás. Mientras pasaba por delante de mí nuestras
miradas se cruzaron. La suya era fría, dura, con dolor enterrado, y yo le
respondía con la mía, que intentaba cavar hasta su interior y desenterrarlo.
Durante esos segundos vi lo bien que le quedaba el pelo rubio, lo fuertes que
se veían sus brazos y la mandíbula marcada junto con un poco de pelo sin
afeitar. Por un segundo consiguió quitarme la respiración y menguar mi corazón
a nada.